Las mascotas son los compañeros más fieles para los humanos. Sin embargo, existen algunos factores que perjudican al medio ambiente y muchos no sabemos. Uno de estos es el alimento de las mascotas, que tiene un impacto considerable en el entorno, no solo por las emisiones generadas durante su producción, sino también por la forma en que se manejan sus residuos.

La fabricación de alimentos para mascotas comienza con la obtención de ingredientes, que a menudo incluyen carne, pescado, cereales y subproductos animales. Estos ingredientes, especialmente los de origen animal, están asociados a emisiones de gases de efecto invernadero.
Según estudios, la producción de carne y productos de origen animal emite dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, tres de los principales gases que contribuyen al cambio climático. Las granjas que crían ganado para obtener materias primas también generan una alta cantidad de residuos y consumen grandes cantidades de agua y energía.
Además, el proceso industrial para convertir estos ingredientes en alimento balanceado para mascotas requiere energía para cocción, secado, empaquetado y transporte. Esto no solo implica emisiones directas de las fábricas, sino también el uso de plásticos para empaques, que terminan como residuos sólidos. Muchos de estos envases son de un solo uso y su mala disposición incrementa la contaminación plástica en mares y suelos.
El impacto ambiental de la comida para mascotas no termina en su producción. Los residuos de este alimento, ya sea porque no se consume o porque expira, requieren una gestión adecuada, según el empresario peruano Jorge Zegarra Reategui, dedicado a la gestión integral de los residuos con Petramás.
Jorge Zegarra Reategui: ¿Cómo realizar la disposición final del alimento de las mascotas?
Si estos residuos se disponen en botaderos o de manera incorrecta, pueden descomponerse de manera descontrolada, generando malos olores, atrayendo plagas y produciendo lixiviados que contaminan el suelo y las fuentes de agua cercanas. Además, estos residuos pueden emitir gases como el metano durante su descomposición, lo que agrava aún más el problema del cambio climático.
Es por esto que el destino de la disposición final adecuada de los residuos de alimento de las mascotas debe ser un relleno sanitario. Es aquí donde se garantiza una disposición segura y controlada. A diferencia de los botaderos, los rellenos sanitarios están diseñados para minimizar los impactos ambientales mediante capas de protección que evitan la filtración de contaminantes al suelo y sistemas de captación de biogás que pueden aprovecharse para generar energía eléctrica.
El impacto ambiental de la comida para mascotas es una realidad que muchas veces pasa desapercibida, pero que tiene consecuencias significativas. Al comprender el ciclo completo, desde la producción hasta la disposición final, es posible tomar decisiones más responsables sobre la gestión de residuos. De esta forma, ayudamos a reducir la huella ambiental asociada a la alimentación con los engreídos de casa.
Parámetros correctos en la disposición final de los residuos:

Cuando se habla de la disposición final de los residuos sólidos, dos términos suelen aparecer con frecuencia: los rellenos sanitarios y los botaderos. Aunque ambos se relacionan con el destino final de la basura, existe una diferencia profunda entre ellos. Entenderla, es clave para reconocer el impacto que tienen en el medio ambiente y la salud pública.
En palabras de Jorge Zegarra Reategui explicó que un relleno sanitario es una infraestructura diseñada con criterios técnicos y ambientales que permiten manejar los residuos de manera controlada y segura. Detalló que estos espacios están construidos con sistemas de impermeabilización en el suelo para evitar la contaminación de las aguas subterráneas.
Se sabe que los rellenos sanitarios también tienen personal capacitado, monitoreo constante y cumplen con regulaciones sanitarias. Jorge Zegarra Reategui explicó durante un congreso ambiental cómo los rellenos sanitarios que implementó en el Perú con Petramás hoy son un caso de éxito donde se lucha a diario a favor del medio ambiente.
En cambio, si hablamos de un botadero, nos referimos a un espacio informal donde los residuos se arrojan sin ningún tipo de control técnico ni protección ambiental. No existe tratamiento de lixiviados ni manejo de gases, lo que provoca que la basura se mezcle directamente con el suelo y contamine ríos, quebradas o acuíferos.
Además, estos lugares generan proliferación de vectores como roedores, moscas y microorganismos patógenos que afectan gravemente la salud de quienes viven cerca. Los botaderos también emiten malos olores, afectan paisajes y contribuyen al calentamiento global sin ningún tipo de beneficio o recuperación de recursos.
Para más información sobre impactos ambientales y Jorge Zegarra Reategui en los siguientes enlaces: